A la hora de ampliar su colección de motos clásicas, este ingeniero informático jienense lo tiene claro: prima sobre todo la antigüedad y la estética. Pero para su día a día, los criterios cambian. Para desplazarse al trabajo, visitar a sus padres e incluso ir de curvas o asistir a concentraciones los fines de semana, recurre a su Super Dink 350, de la que se declara un ferviente admirador.

Nadie de su familia tiene moto pero su idilio con las dos ruedas comenzó cuando era apenas un adolescente y se ha mantenido y reforzado a lo largo de los años, atreviéndose ahora incluso con la reparación de motos antiguas. Salvador, ingeniero informático de Bailén, se compró su primera moto con 16 años y lo hizo “por devoción”, porque siempre le atrajeron las motos que lucían sus amigos de más edad. Fue tan previsor, de hecho, que con 18 años se sacó a la vez el carné de coche y el A2, a pesar de que no tenía moto de gran cilindrada en ese momento. Pero algo le decía que no tardaría en tenerla, y así fue.

Hoy, con 29 años, son seis las motos que atesora (ha llegado a tener ocho en total) y las tiene todas “funcionales”, con su seguro y la ITV al día, listas para poder usarlas. “A mí lo que más me gusta son las motos clásicas, cuanto más antiguas mejor. Los moteros, en general, nos fijamos en su apariencia, que te guste su estética, su sonido, o incluso que tenga alguna historia personal especial si la compras de segunda mano”, nos cuenta.

Sin embargo, y contra todo pronóstico, cuando Salvador quiso comprarse su primera moto de gran cilindrada en 2019, apostó por KYMCO. “Es una historia curiosa. No conocía apenas la marca pero mi novia tenía una Vitality 50 y me animó a ir al concesionario. Empecé a informarme, a ver vídeo reseñas y me encantó la Super Dink 350, hasta el punto de que no busqué en otros fabricantes”, confiesa. 

Le atrajo mucho el diseño pero sobre todo le convenció la relación calidad-precio. “Si tuviera que definirla con solo dos palabras, serían polivalencia y comodidad. Cuando me la compré era la única moto grande que tenía en ese momento y la utilizaba absolutamente para todo”, afirma. Aún hoy, dos años después, sigue siendo la moto que más utiliza en su día a día; para desplazarse al trabajo, visitar a sus padres e incluso ir de curvas o asistir a concentraciones los fines de semana. “Es que estoy encantado, es la verdad”, asegura. Hoy por hoy, no solo cree en la marca sino que es miembro activo de la comunidad Foro KYMCO.

Si tuviera que definir mi Super Dink 350 con solo dos palabras, serían polivalencia y comodidad»-. Salvador (29), Bailén.

Y es que, para su movilidad diaria lo tiene claro: la comodidad lo es todo. “A una persona que se plantee comprarse su primera moto, le diría que lo más importante es que sea fácilmente manejable, para que no le coja miedo. Que no pese demasiado ni tenga demasiada potencia. Yo tengo motos clásicas que son muy bonitas, muy grandes, pero son tan pesadas que las reservo solo para largos viajes. En el día a día, lo importante es que tu moto sea versátil y cómoda”.

Pero la pasión por las motos de Salvador no se ha quedado solo en el plano de usuario, ya que recientemente ha convertido la reparación de motos antiguas en su principal afición. Es autodidacta y empezó como una simple curiosidad, por querer implicarse en el mantenimiento de sus motos. “Siempre he tenido afición por la mecánica y por conseguir darle una segunda vida a motos que estaban ya para el desguace, pero recientemente he empezado también a dedicarme a la chapa y pintura”, explica.

De hecho, en diciembre de 2020 compró una Super Dink 125 Euro 3 de segunda mano que reparó desde cero y la aprovechó para lanzar un canal de YouTube (@salvamotos) en el que mostraba los progresos en su reparación. “Me decidí a abrir el canal porque mis amigos me animaron al ver cómo avanzaba. La verdad es que estoy muy orgulloso del resultado final, cada vez tengo más suscriptores y quiero seguir aceptando nuevos retos”, concluye.

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