Ha pasado por un doble confinamiento tras contagiarse de coronavirus durante el verano; para este valenciano de 28 años esta situación ha sido determinante para dar el salto a una movilidad más ágil y económica en el día a día, y sobre todo, para sacarle partido al margen de libertad que las medidas anticoronavirus nos permiten. 

«Casi seguro que mi novia y yo nos contagiamos de coronavirus en el metro». La historia de Alberto, este joven valenciano de 28 años, y Erika (26) ejemplifica la de tantos a los que el confinamiento, la compleja situación sanitaria, las nuevas restricciones o, incluso, padecer el propio contagio -con síntomas más o menos graves o sin ellos- les ha hecho reflexionar sobre la forma de moverse; una reflexión que finalmente les ha llevado a subirse por primera vez a un scooter. Para Alberto, el duro confinamiento le ha servido para dar el salto a una movilidad más ágil y económica en el día a día, y sobre todo, para sacarle todo el provecho a la libertad de movimiento que las medidas anticoronavirus nos permiten.

«Estuvimos sin síntomas graves, pero nos pasamos todo el verano confinados, en pleno agosto», recuerda este joven. Durante su segundo confinamiento, Alberto y Erika tomaron nota de la necesidad de llevar hábitos de vida más seguros. A medida que iba avanzando el verano, crecía el nivel de contagio. Y esta situación fue determinante.

«Llevábamos tiempo pensando en que nos convenía una moto por ser un medio más económico. Estábamos convencidos de que con un scooter urbano íbamos a ahorrar mucho en el consumo de gasolina respecto al coche que teníamos. Ahora, tras el confinamiento por contagio, vemos otra ventaja fundamental: la seguridad con la que nos movemos; con la moto exprimimos al máximo el margen de libertad que nos deja la pandemia, una libertad que tanto deseábamos después de pasar por lo que hemos pasado». 

 

  La moto nos ha devuelto la libertad. Nos contagiamos y nos hizo reflexionar sobre la movilidad y la importancia de protegernos»-. Alberto Fernández (28), Valencia.

 

Alberto y Erika se mueven desde hace unas semanas exclusivamente en uno de los scooters más populares del mercado en España: en Super Dink 125, uno de los superventas KYMCO. ¿Y por qué Super Dink 125? «Cabe de todo, es amplio, seguro, cómodo, y es muy bonito».

«Es nuestra primera moto y estamos encantados; lo utilizamos para todo; para ir a trabajar, a la universidad, para movernos por el centro; hemos hecho alguna excursión por las calas de Castellón, hasta hemos ido a patinar, y curiosamente ¡hasta los patines cabían debajo del asiento!…», añade. 

De momento, el carné de coche B es el que le ha permitido a Alberto poder conducir su KYMCO de 125 cc, pero tiene planeado sacarse el carné de moto con el fin de aprovechar las ventajas de la movilidad en dos ruedas y poder hacer desplazamientos más largos con un scooter de mayor cilindrada. ¿Su próximo plan? Recorrer con Erika el norte de España en moto. 

 

 

 

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